Más allá de lo que
ves
Hacia la
Inteligencia Emocional
Por Lic. Karina Blanco.
Maestría Gerencia de la Comunicación Organizacional
Escena recurrente: reunión de egresados universitarios.
Conversación: ¿qué será de la vida del
compañero que quedó de primer lugar en la promoción? Sin duda era muy
inteligente. Reflexión: debe estar teniendo mucho éxito…o, quizás no.
Si es una persona muy
inteligente, ¿qué nos puede llevar a poner en tela de juicio su éxito?
Las nuevas reglas gerenciales nos dicen, que la preparación
académica por si sola tiene poca relevancia para alcanzar un desempeño exitoso
en cualquiera que sea la especialidad en la que trabajemos. La inteligencia, es
cierto, nos brinda la capacidad de relacionar los conocimientos que poseemos
para resolver determinada situación.
Por ejemplo, si a una persona se le
plantea pintar una pared; la persona seleccionará los instrumentos que cree
necesario para pintarla de acuerdo con los conocimientos que ya posee. Puede
hacerlo con una brocha, con un rodillo, o quizás contratar a alguien más para
que lo haga.
Diríamos entonces que es una persona inteligente, que piensa
y analiza, y tal afirmación sería correcta pues son funciones que el cerebro
humano hace. Ahora bien, en el cerebro humano también están los instintos, las
emociones, y el gran desafío para los hombres exitosos, es lograr coherencia
entre ambas funciones. Es decir que la emoción y el pensamiento vayan en la misma dirección.
“Las emociones descontroladas
pueden hacer tonto al inteligente”. Anónimo